El valor de ganarse el apoyo comunitario
marzo 06, 2018, Tamaryn Tesselaar
Muchos de nuestros clientes comparten nuestra visión de ayudar a las comunidades—especialmente a las poblaciones desatendidas—a construir su infraestructura de la manera correcta, para empoderarlas y darles la posibilidad de mejorar su propio futuro. Una comunidad conectada digitalmente puede aprender, crecer, acceder a nueva información y fortalecer la posición de cada individuo como ciudadano digital global.
Sin embargo, a pesar de las mejores intenciones, si no se logra el compromiso de la comunidad ni se invierte en ella al intentar llevar a cabo un proyecto positivo, este puede desmoronarse—ya sea por el descontento de los residentes ante las molestias de implementar infraestructura en un vecindario, o por las altas tasas de vandalismo y otros delitos. Pero si se comienza construyendo relaciones en la comunidad y entendiendo sus necesidades, manteniendo a los actores locales y a los residentes involucrados en el proceso, y demostrando un compromiso constante con la comunidad, es mucho más probable obtener la aceptación necesaria para tener éxito.
Un ejemplo clave se dio en Delft, Sudáfrica, donde el gobierno y Mzansi Digital Republic querían implementar Wi-Fi público para impulsar la economía local. Esto no habría sido posible sin lograr primero el apoyo de la comunidad—especialmente considerando que Delft es uno de los 10 barrios con más delincuencia en Ciudad del Cabo. Mzansi Digital Republic se tomó el tiempo de reunirse con líderes de distintos vecindarios de Delft para explicar el valor del proyecto en cada zona y ganarse la confianza de esos líderes. Al conseguirlo, estos líderes difundieron la iniciativa en la comunidad y actuaron como defensores del proyecto. Como resultado, las empresas tecnológicas locales crecieron, generando empleo, facilitando el comercio digital y promoviendo el empoderamiento económico local, evitando que una gran parte del dinero saliera de la comunidad.
Otro ejemplo se dio en Chino Hills, California, donde residentes y actores comunitarios se opusieron al proyecto de transmisión de energía renovable Tehachapi de Southern California Edison, que afectaría a comunidades cercanas y a un parque estatal. Tras seis años de diálogo con la comunidad, la comisión alcanzó un compromiso que satisfizo a los residentes: soterrar las líneas y construir la primera línea subterránea de 500 kV del país a lo largo de un tramo de 5,6 km.
El proyecto Dropula de medidores inteligentes de agua de Bridgiot en escuelas de la provincia del Cabo Occidental, Sudáfrica, es otro ejemplo clave de cómo las empresas priorizan el apoyo de la comunidad. Tras un programa piloto en la escuela Hector Peterson Secondary, donde se ahorraron tres millones de litros de agua en tres meses, se propuso el “Smart Water Meter Challenge” para ayudar a las 1.672 escuelas de la provincia a ahorrar agua. Se invitó a las escuelas a inscribirse para instalar un medidor inteligente, y a empresas y negocios locales a patrocinar más instalaciones. Al unificar a la comunidad en torno a un objetivo común, la empresa logró el compromiso necesario para tener éxito en la región.
Tener conversaciones y desarrollar relaciones con los actores comunitarios y los residentes—como en Delft y el Cabo Occidental—e incluso realizar adaptaciones mayores, como en Chino Hills, ofrece a las compañías de servicios públicos una vía importante para ganar apoyo comunitario; y, a su vez, ayudar a que esas comunidades prosperen.